En esta nueva entrada del blog queríamos compartir con vosotros los relatos ganadores de la II edición de este concurso en nuestro centro. Como sabéis, en las bases del concurso os habíamos pedido sólo tres cosas: que el narrador fuera omnisciente, que el libro tuviera un papel importante dentro de la historia y que os divirtierais mucho al escribirlo.
Nosotros también lo hemos pasado muy bien seleccionando los relatos ganadores. Queremos agradecer vuestra participación y felicitar a los ganadores: PRIMER PREMIO Mª DOLORES LUZÓN MARTÍNEZ (1º ESO A) y 2º PREMIO BLANCA VIEDMA TORRES (1º ESO A).
No nos olvidamos de los profesores del Departamento de Lengua y Literatura a quienes agradecemos su implicación en esta actividad animándoos a escribir, orientándoos y procurando ser un jurado objetivo.
Aunque tenemos oportunidad de leer estos relatos en el libro gigante "Un libro en mi sopa" que se encuentra expuesto en el vestíbulo de nuestro centro con motivo del Día del Libro, queremos darle más difusión, por ese motivo lo traemos hoy aquí y próximamente lo podréis leer en el nuevo número de nuestro periódico escolar "Entre Montes"
Aunque tenemos oportunidad de leer estos relatos en el libro gigante "Un libro en mi sopa" que se encuentra expuesto en el vestíbulo de nuestro centro con motivo del Día del Libro, queremos darle más difusión, por ese motivo lo traemos hoy aquí y próximamente lo podréis leer en el nuevo número de nuestro periódico escolar "Entre Montes"
Javier era un chico joven al que no le gustaba mucho leer, pero ese libro le había llamado la atención.
Él tenía un cuerpo delgado pero fibroso. Su piel era de tez muy clara y su cabello tan oscuro como el tizón. Tenía unos ojos grandes y verdes. Su personalidad era algo brusca pero tenía muchos amigos y sus calificaciones en el colegio no eran especialmente brillantes, sobre todo en la asignatura de lenguaje, por eso, su madre siempre estaba diciéndole que debería leer más y así adquirir vocabulario. Era por eso que esa misma mañana, aunque a su pesar, eligió un libro de la biblioteca del colegio para leerlo.
El libro en sí era algo extraño, carecía de título, autor y resumen. Lo abrió y se encontró con el primer capítulo. Empezó a leer y se asustó un poco: la primera página describía a la perfección la habitación en la que estaba situado en ese mismo momento.
La historia trataba de una niña llamada Claudia que un día se encontraba leyendo en su habitación una historia de miedo. De pronto, escuchó unos ruidos en la cocina y se levantó a ver qué pasaba. Claudia encontró a un hombre vestido de negro y con el rostro cubierto con una máscara también negra. Él tenía dos niñas a su lado, pero no eran dos chicas normales y corrientes, eran dos chicas completamente iguales a Claudia.
El hombre, con una penetrante voz le dijo a la chica: “Tienen aparentemente el mismo aspecto, pero, ¿cuál es exactamente igual a ti? Si aciertas, te proporcionaré una vida sana para la eternidad, pero si no lo haces, tu alma estará en pena por siempre” Claudia,nerviosa, empezó a observar a las dos chicas de arriba a abajo, pero no encontró ninguna diferencia con ella misma. Así, que desesperada, le dijo al hombre: “Señor, no puedo encontrar ninguna diferencia entre ellas y yo”.
El hombre, con ira porque Claudia no le hubiera contestado a su pregunta se agachó y desató los cordones de las chicas. Claudia no había reparado en ese detalle, los cordones no eran del mismo color.
La chica se volvió loca, no podía dejar de repetir la palabra “cordones” en su cabeza y lentamente, el hombre cumplió su promesa e hizo que el alma de Claudia vagara en pena durante toda la eternidad.
Javier se había retirado de la mesa y había cerrado el libro rápidamente, espantado por la triste historia. Pensaba levantarse de la silla e ir al colegio a devolver el libro, pero hubo algo que lo detuvo y le congeló la sangre.
Escuchó una voz femenina que provenía de alguna parte de la casa. No podía entender claramente lo que esa voz decía, porque estaba muy lejos, pero le inspiraba mucho miedo y pena a la vez. Aunque no quería, salió hacia el pasillo y no vio a nadie allí. Cuando ya pensaba que todo era fruto del cansancio, escuchó la voz algo más clara. Supo que provenía de la cocina y decidió asomarse. Cuando oyó la voz totalmente clara, se arrepintió de haberse acercado a la cocina, la voz de esa chica repetía una y otra vez con una voz profundamente llena de tristeza y miedo la palabra “cordones”. Quiso retroceder pero algo en su interior lo detuvo. Al final, se decidió a entrar en la cocina. Aunque seguía oyendo la voz cada vez con mayor intensidad no encontraba a nadie. De pronto, vio que encima de la mesa había unos cordones de distintos colores. Sintió una respiración detrás suya y se dio la vuelta. Una niña vestida de blanco y con una gran expresión de tristeza en la cara apareció detrás de él y tan solo dijo:“Cordones”.
Mª Dolores Luzón Martínez
UN VIAJE EN SUEÑOS
De repente, se encontró en el río Omo, rodeado de hipopótamos y camellos que estaban llenando sus jorobas. Salió nadando todo lo rápido que pudo para salir de esa turbidez espantosa y llegando a la orilla alzó la vista y se encontró con un montón de ojos redondos y negros que le observaban con curiosidad.
Roberto preguntó: -¿Dónde estoy? Uno de los niños respondió: -Estás dentro de tu cuento. Los niños le ayudaron a salir del agua y aunque no tenían ropa de sobra, le dieron una manta mientras se secaba su ropa. -¡Gracias! - dijo Roberto Roberto se fijó en cada uno de los niños y vió que estaban semidesnudos y bastante delgados, aunque sus caras no dejaban de sonreír, a pesar de tener las moscas continuamente posándose en ellos.
Le llevaron a una de las cabañas que había y le invitaron a pasar. Era tarde y tenía bastante hambre y mucha sed. Encima de una especie de tabla, había un cuenco, con una especie de masa que le ofrecieron para comer. -Si quieres, puedes beber de esta agua pero está contaminada y te puedes poner enfermo como nosotros. A Roberto le contaron que no tenían dinero suficiente para depurar el agua y poderla beber sin contaminarse, pero aún así, bebió de ella.
Roberto salió para recorrer el poblado y observó, como las mujeres y las niñas de apenas 13 o 14 años trabajaban en el campo, ya que sus maridos les dejaban la tarea que ellos no querían hacer. También supo Roberto que las niñas a esa edad se casaban e incluso eran madres.
Roberto les pregunto que a qué escuela iban y justo cuando le iban a responder, sonó el despertador y entró su madre en la habitación y le dijo: -Roberto, despiértate que ya es la hora.
Blanca Viedma Torres
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