El pasado 26 de febrero volvimos a reunirnos en nuestro club de lectura con los padres y las madres. En esta ocasión comentamos el libro Rosa candida (2011) de la autora islandesa Audur Ava Ólafsdóttir (1958). Quizá como club nos animamos a leer a otro autor “de los hielos” después de nuestra última incursión con Arnaldur Indridason… ¿recordáis “la dama de verde”?
Rosa candida no tiene nada que ver con esta última, de hecho una mamá comentó que la novela la había dejado “con mucha paz”, y creemos que esta expresión sintetiza los sentimientos que promueve el libro.
El protagonista, Lobbi, cuyo verdadero nombre es impronunciable (Arlnjótur), es un joven de 22 años que ha aprendido a amar las plantas a través de la pasión de su madre, recientemente fallecida en un accidente de tráfico. Su familia la componen un padre muy mayor, un hermano mellizo autista y una hija de 9 meses (como señaló Carmen Zea hay cierto determinismo en el hecho de que la madre muriera un 7 de agosto y la hija naciera también el 7 de agosto). Su pasión por las plantas lo lleva a hacer un largo viaje a un pueblo recóndito donde trabajará en el hermoso jardín del monasterio. Durante el trayecto hacia su destino lleva consigo unos “esquejes” de rosa, una rosa muy especial que cultivaba su fallecida madre en el invernadero de su casa. Se trata de la “rosa candida”, al parecer una bella rosa de ocho pétalos.
Por el título quizá podríamos pensar que el libro se inspira en el Cándido de Voltaire, pero os recordaré que Voltaire escribe esta obra como una crítica feroz al “optimismo ingenuo” de considerar que “este es el mejor de los mundos posibles” o de que “todo lo que sucede, sucede para bien” defendido por el racionalista alemán Leibniz. El “Cándido” de Voltaire bien podría aplicarse a su “íntimo enemigo” Jean Jaques Rousseau y a la idea de que “el hombre es bueno por naturaleza y que es precisamente la sociedad la que lo corrompe”. Quizá sea el sentido roussoniano el que la autora intenta darle a su protagonista Lobbi. La vuelta a la naturaleza, esto es el jardín del monasterio, como aquello que desencadena el viaje interior hacia sí mismo descubriendo “la parte más femenina de la masculinidad”.
Una pequeña aclaración sobre los nombres islandeses extraída del libro de Arnaldur Indridason “Invierno ártico” (2012). Los islandeses siempre tratan por el nombre de pila, puesto que, la mayoría de ellos tienen un patronímico que termina en SON (en el caso de los hijos) y en DÓTTIR (en el caso de las hijas). Los nombres de las personas, incluso en la guía telefónica, se ordenan por el nombre de pila. Por ejemplo el nombre completo de Erlendur es Erlendur Sveinsson y el de su hija Eva Lind Erlendsdóttir. Los matronímicos son menos frecuentes, aunque también se usan, cada vez más. En tal caso una niña llamada Audur Ava, cuya madre se llame Kolbrún, sería Audur Ava Kolbrúnardóttir.
Quizá esta aclaración nos sirva para identificar a los personajes de las novelas islandesas, dado que para nosotros son impronunciables.
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