PISTA 1:
Todas las tardes, a la
salida de la escuela, los niños se iban a jugar al jardín del gigante. Era un
jardín amplio y hermoso, con arbustos de flores y cubierto de césped verde y
suave. Por aquí y por allá, entre la hierba, se abrían flores luminosas como
estrellas, y había doce albaricoqueros que durante la primavera se cubrían con
delicadas flores color rosa y nácar, y al llegar el otoño se cargaban de ricos
frutos aterciopelados. Los pájaros se demoraban en el ramaje de los árboles, y
cantaban con tanta dulzura, que los niños dejaban de jugar para escuchar sus
trinos.
PISTA 2:
Bajó entonces la escalera,
abrió cautelosamente la puerta de la casa, y entró en el jardín. Pero en cuanto
lo vieron los niños se aterrorizaron, salieron a escape y el jardín quedó en
invierno otra vez. Sólo aquel pequeñín del rincón más alejado no escapó, porque
tenía los ojos tan llenos de lágrimas que no vio venir al gigante. Entonces el
gigante se le acercó por detrás, lo tomó gentilmente entre sus manos, y lo
subió al árbol. Y el árbol floreció de repente, y los pájaros vinieron a cantar
en sus ramas, y el niño abrazó el cuello del gigante y lo besó. Y los otros
niños, cuando vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo
alegremente. Con ellos la primavera regresó al jardín.
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