jueves, 22 de diciembre de 2016

viernes, 16 de diciembre de 2016

Recogida de premios

Como prometimos en el anterior escrito, os vamos a contar la segunda parte de esta historia, que empezó el 27 de julio cuando Carmen Plata me avisó de que había salido la convocatoria del XV Certamen Literario “Solidaridad en letras”.
 
Después de enviar los textos y una vez comunicada la feliz noticia de que entre nuestros alumnos había una historia premiada, la de Julia Rivas Ortega, recibimos la invitación para dos actos y es que la recogida de premios tenía dos fases, una provincial y otra regional.  La primera se celebraba el día 24 de noviembre en el Salón de Prensa de la Delegación de Gobierno y estaba presidida por el Delegado territorial de Igualdad, Salud y Políticas sociales, don Higinio Almagro y la Coordinadora de Participación y Voluntariado, doña Lydia Medina.
 
Tras la entrega de diploma y entrega del regalo con el que estaba dotado el premio, una videocámara, todos los alumnos premiados leyeron su texto al público asistente. Julia leyó su texto con mucha claridad,  y aunque estaba un poco nerviosa controló muy bien su respiración y allí, nos gratificó con esa historia tan bonita, tan conmovedora y  tan trabajada como es “Entre arenas”. Sus padres y su hermana Ana pudieron disfrutar de este evento. 
 

Posteriormente, quedó convocada para la fase Regional.  El día dos de diciembre Julia, su madre y yo  estábamos invitadas a asistir al acto que se celebraba en  la Universidad de Córdoba. Nos indicaron dónde teníamos que coger un autobús con destino a este evento. En el autobús viajaba, además de la Coordinadora de Participación y Voluntariado,  un grupo de personas de nuestra provincia  que trabajan generosamente para los demás. Íbamos a celebrar el Día Internacional del Voluntariado. 
 
Así que, nos encontramos en el bellísimo Salón de Actos  de esta Universidad rodeados de gente buena. La consejera de Igualdad y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio hizo entrega del XVI Premio Andaluz de Voluntariado y el XV Certamen Literario Escolar Andaluz “Solidaridad en Letras”.
 
A tal acto, asistían todos los alumnos premiados que subieron al estrado a recibir un diploma y una mochila con una colección de libros de autores andaluces. Los dos ganadores del primer premio, Claudia Barros Gracia, del CEIP Mayor Zaragoza de Salobreña (Granada), ganadora en la Modalidad A (5º y 6º de Educación primaria) y Diego Montero González, del IES Santa Catalina de Alejandría (Jaén), ganador en la modalidad B (1º y 2º de Educación secundaria) leyeron sus textos a  los asistentes al acto. 
 
En uno de los discursos que emitieron las autoridades allí presentes se comentó que se habían presentado 1.039 textos de alumnos procedentes de 117 centros educativos de Andalucía. Nosotras nos sentimos en todo momento muy contentas de estar allí compartiendo este emocionante acto con personas que entregan su tiempo a los más necesitados y a la lucha por  preservar el  patrimonio artístico y natural. Y cómo no, su madre y yo muy contentas, felices,  de ver disfrutar a Julia.
 
Regresamos a Granada, después de ser invitados a comer en Montilla, volvíamos contentos todos los asistentes de la provincia, con una mochila cargada de respeto, de ilusión y con las gafas de la solidaridad puestas.
 
¡Toda esta experiencia  ha sido algo más que un premio literario!

      Inmaculada Fernández Parra

jueves, 1 de diciembre de 2016

ESCRIBIR PARA SOÑAR UN MUNDO MEJOR

No todos los días se gana un certamen literario, y no todos los días se crean relatos bellos sobre valores. Esto es lo que ha ocurrido en la clase de 2º ESO A, Julia Rivas Ortega ha ganado el segundo premio de la XV edición del concurso “Solidaridad en letras”. Nos llena de alegría esta noticia por varios motivos.

En primer lugar, porque en el instituto hay alumnos que escriben muy bien. Los profesores de Lengua descubrimos en ocasiones escritos de nuestros chicos con mucho nivel, textos que nos hacen vibrar y entusiasmarnos. He de decir que, además del texto de Julia, también escribieron historias bonitas para el concurso sus compañeros María Sánchez, Claudia, Inés y Javier.
En segundo lugar, porque estos adolescentes ya están construyendo un mundo mejor porque si son receptivos al dolor y a las necesidades de los demás, si se plantean y escriben estas historias de solidaridad es porque en sus corazones ya ha crecido la semilla de la empatía y de la justicia.
En tercer lugar, por las familias de estos alumnos y alumnas y por nosotros, sus profesores, porque estamos en el buen camino: estamos educando correctamente y esto nos tiene que llenar de orgullo.
¡Muchas felicidades, Julia!
Vamos a publicar tu cuento y las ilustraciones que has creado para él  en este  blog de la biblioteca para que puedas compartirlo con toda la comunidad educativa de nuestro instituto.
Nos queda informar a todos de la recogida del Premio a nivel Provincial que fue el 24 de noviembre y de la recogida de diploma a nivel Regional que se celebrará el próximo 2 de diciembre.
De nuevo, nuestra enhorabuena.

                                              Inmaculada Fernández Parra
 
 
ENTRE ARENA
 
Dibujar en la arena era  una de las mejores cosas que había conocido jamás. Me sentía libre. Yo era Kiah una niña nacida en Kenia en una tribu muy perdida, lejos de un  hospital y del colegio al que me encantaba ir. Todas las mañanas me levantaba a las 5:00 de la mañana. Siempre me levantaba con la esperanza de que me iba a pasar algo bueno. Me ponía de camino al colegio de la mano de mi hermano pequeño Aissa, tenía 6 años menos que yo. Después me iba a casa y allí mi madre nos tenía preparada la comida, siempre le daba las gracias a ella, a mi padre y a Abdu. Él era el vecino y el mejor amigo de la familia, ya que cuando mi padre se ponía demasiado enfermo, debido a su enfermedad, él nos daba una parte de su sueldo para comprar en el mercado. Mi madre había sufrido mucho. Ella no se había casado con mi padre por amor, sino porque la obligaron, ya que lo decía su religión. Aunque estaba mal, ella siempre me ponía una sonrisa y me decía que siempre fuese positiva. Después de comer hacía mis deberes y esperaba hasta que saliesen las estrellas. Me encantaba quedarme dormida mirándolas, me  sentía protegida. Me preguntaba cómo se verían desde otra parte del planeta. Y así eran mis días , unos con más suerte en el que la arena de mis dibujos no se la llevaba el viento y otros días cuando terminaba mi dibujo y el aire se llevaba toda esa arena a otra parte del mundo.
Cuando cumplí 15 años me obligaron a casarme con un hombre que no conocía. Un día antes de mi boda me despertó. Lo primero que puede ver fueron sus ojos azules como el cielo que brillaban como las estrellas. De repente, me entregó  una carta y unos macutos con ropa y comida. Me dijo que fuese para el norte y que a 40 km me esperaba un coche que me llevaría a una vía de tren. No  me dio más indicaciones porque decía que venía escrito  todo en la carta. Me dio a mi hermanito en brazos y me dio el abrazo más fuerte del mundo, me deseo suerte y me dijo que fuese fuerte y que no mirase hacia atrás. No lo asimilaba. Serían sobre las 5:00 de la mañana. Aissa ya se había levantado no sabía explicarle todo,  me preguntaba demasiadas cosas que ni yo sabía explicarme. Pasaron 5 días y por fin una mañana cuando el trozo de pan que habíamos comido no se había ido de nuestras gargantas, apareció un coche. En él esperaba un hombre alto. Me acerqué y le dije lo que confirmaría que era él. No perdimos tiempo,  nos subimos al coche. Mientras mi hermano hablaba con el conductor yo comencé a leer la carta de mi madre. Decía que cuando estaba embarazada de mí unos investigadores españoles vinieron a ver el modo de vida de la tribu. Conoció a una mujer y le prometió que cuando yo cumpliese los 15 años contactaría con ella para darme una vida mejor. Así fue,  mi madre contactó con ella desde el hospital más cercano. Nos dirigíamos a Madrid. Fue un largo viaje, tuvimos que coger cinco trenes en marcha. La comida se nos acabó pero la solidaridad de la gente hizo que compartiera su comida con nosotros. Así iban pasando los días entre dibujo y dibujo.
Un 3 de mayo llegamos por fin a Madrid. Allí estuvimos buscando desesperadamente a la mujer, la que nos esperaba. Esa mujer había fallecido recientemente .Murió pobre a causa de la estafa que le hizo su marido. Pero aun así nos dejó un poquito de dinero que nos sirvió de mucho. No sabía muy bien ni el idioma ni el uso del dinero. Lo primero que hice fue comprar comida al salir del supermercado había una pobre anciana que pedía comida así que le di una parte de mi comida ya que me recordaba a lo que hizo mi vecino con nosotros.
Dormíamos en cartones y mantas. Comíamos  de lo que nos encontrábamos. Un día pasé cerca de una tienda  y vi unos lápices y los compré. También compré  varios paquetes de pañuelos que en ese entonces no sabía cómo se llamaban pero eran buenos para pintarlos y la gente los utilizaba mucho. Decidí venderlos en los semáforos. Decoraba los pañuelos con dibujos y frases positivas. Sentía que así hacia feliz a la gente. Pasaba el tiempo, mis circunstancias habían cambiado, pero no mi sonrisa.
Todos los días me fijaba en una mujer a la que especialmente hacia feliz con mis dibujos. Siempre me compraba mis pañuelos. Una noche esa misma mujer se paró delante de mí y me invito a un café. Me dijo que trabajaba en publicidad, ilustrar anuncios. Me ofreció un trabajo.
                                       5 AÑOS DESPUÉS…
A través del dibujo encontré una salida profesional que me ha reportado una buena vida. He intentado muchas veces buscar a mi madre, pero  hasta ahora sin resultado. Actualmente me dedico a viajar por países tercermundistas, ayudo y me comunico con mis ilustraciones, ellas son mi voz .
Muchas veces pienso en toda esa arena que empleé  para enseñarme a dibujar y en mi vecino, que para mí fue y es, mi espejo  de SOLIDARIDAD. 

 
                                               JULIA RIVAS ORTEGA
                                                        2ºESO  A
 
 
 

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