lunes, 23 de noviembre de 2009

Concurso de lectura

En diciembre (anunciaremos el día en los tablones de la Biblioteca) entregaremos el premio del concurso de lectura de este mes. Te recordamos las pistas, para que te ayuden en el caso de que no hayas encontrado el libro todavía.


PISTA NÚMERO UNO (PRIMERA PLANTA)

Una tarde, Bruno llegó de la escuela y se llevó una sorpresa al ver que María, la criada de la familia –que siempre andaba cabizbaja y no solía levantar la vista de la alfombra-, estaba en su dormitorio sacando todas sus cosas del armario y metiéndolas en cuatro grandes cajas de madera; incluso las pertenencias que él había escondido en el fondo del mueble, que eran suyas y de nadie más.

-¿Qué haces?- le preguntó con toda la educación de que fue capaz, pues, aunque no le hizo ninguna gracia encontrarla resolviendo sus cosas, su madre siempre le recordaba que tenía que tratarla con respeto y no limitarse a imitar el modo en que Padre se dirigía a la criada-. No toques eso.


SEGUNDA PISTA

Bruno aminoró el paso cuando vio al niño que antes era una figura que antes era un borrón que antes era una manchita que antes era un punto. Aunque los separaba una alambrada, él sabía que debía tener mucho cuidado con los desconocidos y que siempre era mejor abordarlos con cautela. Así que siguió andando; poco después se encontraban uno frente al otro.

-Hola- dijo Bruno

-Hola- contestó el niño

Era más bajo que Bruno y estaba sentado en el suelo con expresión de tristeza y desamparo. Llevaba la misma ropa que vestían todos al otro lado de la alambrada, así como la gorra de tela. No calzaba zapatos ni calcetines y tenía los pies muy sucios. En el brazo llevaba un brazalete con una estrella.



TERCERA PISTA

Después de aquello, nada volvió a saberse de Bruno. Varios días más tarde, después de que los soldados hubieran registrado exhaustivamente los alrededores y recorrido los pueblos cercanos con fotografías del niño, uno de ellos encontró el montón de ropa y las botas que Bruno había dejado junto a la alambrada. No tocó nada y corrió en busca del comandante. Éste examinó el lugar y miró a derecha e izquierda, tal como había hecho Bruno, pero no logró explicarse qué le había pasado a su hijo. Era como si hubiera desaparecido de la faz de la tierra dejando sólo su ropa.

Madre no regresó a Berlín tan deprisa como había pensado. Se quedó esperando noticias de Bruno varios meses, hasta que un día, de repente pensó que quizá su hijo había vuelto a casa solo. Entonces regresó inmediatamente a su antiguo hogar, con la vaga esperanza de encontrarlo sentado en el escalón de la puerta, esperándola.


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