En esta ocasión nos acompañaba nuestra compañera Dolores Belmonte, que planteó la posibilidad de leer “la Fórmula”. Por supuesto nos pareció una idea estupenda porque además tendríamos la oportunidad de conocer a la autora.
En abril de 2013 Ángeles nos acompañó para comentarnos el proceso creativo de “La Fórmula” y, con su arrebatadora personalidad, nos cautivó tanto como su libro.
En esta reunión del club quedamos para una visita cultural guiada por la autora dónde nos explicaría cómo vivían sus personajes en “La Alhambra”. Así lo hicimos.
El domingo 22 de junio de 2013 quedamos para que Ángeles nos permitiera rememorar las andanzas de Joana Ç Riera, Doña Olibona, Doña Asma… En su novela reconstruye un mapa de cómo estaría distribuida la Alhambra en la época en que se desarrolla la historia, por eso nos indicaba los espacios concretos en los que los personajes se movían.
El domingo 22 de junio de 2013 quedamos para que Ángeles nos permitiera rememorar las andanzas de Joana Ç Riera, Doña Olibona, Doña Asma… En su novela reconstruye un mapa de cómo estaría distribuida la Alhambra en la época en que se desarrolla la historia, por eso nos indicaba los espacios concretos en los que los personajes se movían.
La emoción que supuso leer “La Fórmula” y conocer a su autora quedaron reflejadas en este poema y las palabras de Ángeles Ferrón:
Llevo en el alma escrito un eterno deseo
Y un silencio que hoy quiero sacar al viento,
dejar que libremente exprese lo que siento,
reviviendo la Fórmula esencial del recuerdo.
Aprovecho este encuentro para decirle hoy,
que en vos se han fusionado sabiduría y talento,
Fórmula magistral para deleite nuestro
y de cuantos conocen su rico pensamiento.
A la satisfacción por lo bueno y bien hecho,
yo quisiera sumar mi granito de arena,
aunque al decirlo así, más que un halago, parece tener un cierto aire de sentencia.
¡Que un torrente de sueños le corra por las venas!
¡Y un mar de inspiración le inunde el pensamiento!
Para que escriba más, que en todos los presentes,
siempre tendrá, apoyo incondicional y reconocimiento,
por su imaginación y por su gran talento.
Ángeles Ferrón
22-06-2013
“Ahora me gustaría pedirle otro momento.
Decirle que siento gran pasión por todas las palabras que en su libro aprendí, y muchas recordé que tenía olvidadas.
Merece tanto la pena leer, aunque solo se aprenda cada vez una palabra, saber su procedencia, su clase, entrelazarlas y quedarse extasiada al descubrir, cómo pueden nacer mágicas y bellísimas figuras literarias.
A mí me encantó siempre jugar y saber de palabras.
Pero el tren de la ciencia que pasa por la infancia, tenía en mi estación la mínima parada.
Hoy cubro mi ignorancia con un manto sutil, color verde esperanza, e imagino castillos con torres muy altas, consciente y convencida, que siempre seré huésped de las estancias bajas.
Aun así, me encanta jugar con las palabras, esconderme tras ellas, en el silencio íntimo más profundo del alma. Donde la luz es pura, donde no hay corazas y me quedo desnuda, frente a la hoja blanca, con mis cinco sentidos y mis pobres palabras.
Ahí puedo sentir que existe doña Asma, que no fue un espejismo, que la reconocí entre la multitud un día por Granada.
Así la dibujé, cuando leía su libro, y vos la describíais, con hermosas palabras; su porte señorial, su aire de gran dama, sus sedas, y sus joyas, sus ojos de sultana.
Así la imaginé, y así guardo el recuerdo en el fondo de mi alma.
Por todo este placer, el gusto ha sido mío, de todo corazón quiero decirle gracias”
Quedamos a las diez de la mañana en “El Arco de Elvira” para caminar junto a Joana Ça Riera y Doña Olibona por la calle Elvira hasta “Plaza Nueva” mientras Ángeles nos contaba las vicisitudes de los personajes de su novela.
La segunda parada la hicimos frente a la iglesia de Santa Ana contemplando el rio Darro y también tuvimos la oportunidad de entrar en “El Bañuelo”. Desde allí seguimos por la “Carrera del Darro” hasta el “Paseo de los Tristes” y subimos la “Cuesta de Los Chinos” bordeando “La Alhambra”.
Nos parábamos a escuchar las explicaciones de la autora y de nuestra querida Isabel Ruiz que matizaba las palabras de Ángeles añadiendo hermosura al monumento que se alzaba por encima de nuestras cabezas.
Nuestro recorrido terminó en lo más alto, en el cementerio, para llegar al recientemente restaurado “Jardín de los Alixares”, allí nuestra compañera Dolores recitó (cómo solo ella sabe hacerlo) aquello de… “Abenámar, Abenámar, moro de la morería, el día que tu naciste grandes señales había…”
En fin, un estupendo domingo gracias a la generosidad de Ángeles, Dolores e Isabel.